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El Teatro en la Edad Media

Con la llegada de la nueva época, las artes escénicas de Grecia y Roma quedan relegadas ante el nuevo modelo moral y cultural en Europa

Tras largos siglos de dominio, en el año 476 d.C. el Imperio Romano llega a su fin, agobiado por crisis internas y asesiado desde el exterior por los pueblos germánicos. A partir de esta fecha los historiadores marcan el comienzo de la Edad Media, una época de grandes retrocesos en materia política y también cultural que duraría hasta el siglo XV. 

Si Grecia y Roma habían brillado por sus innovaciones y descubrimientos en el mundo del Teatro, el periodo medieval va a significar la práctica desaparición de todo el legado grecolatino: los géneros teatrales de la comedia y la tragedia son relegados en beneficio de un teatro de corte religioso, moralista y al servicio de los intereses de la Iglesia católica. 

En el ámbito político, la Edad Media va a estar caracterizada por el feudalismo, es decir, un sistema de división social en el que los reyes ocupan la cúspide de la pirámide, seguidos de la nobleza y el clero, siendo los campesinos y siervos la clase más baja. 

Esta desigualdad social, con grandes consecuencias en el aspecto económico -los campesinos le pagaban el diezmo al señor feudal a cambio de protección o permisos de labranza-, va a tener también repercusiones en el plano cultural: la mayor parte de la población es analfabeta. 

Toda la educación, escasa y reservada a unos pocos, recae en manos de la Iglesia, al igual que las actividades culturales y recreativas. Por eso, las Bellas Artes -pintura, música o teatro- abandonan el carácter lúdico del periodo anterior, y se convierten en medios de propaganda de la doctrina católica. El fin último de la jerarquía eclesiástica es poder evangelizar a amplias capas de población que no saben ni leer ni escribir.

Además, aparece el tribunal de la Inquisición, órgano que va a perseguir cualquier manifestación cultural o científica contraria a la doctrina de la Iglesia 

Uno de los mejores medios para lograr tal fin es el teatro. Las iglesias medievales se convierten así en espacios escénicos donde se representan los llamados dramas litúrgicos: pasajes de la vida y obra de Jesús interpretados por los propios curas y prelados, quienes fungen de involuntarios actores. 

La celebración litúrgica de la misa es, en sí misma, una representación teatral de la muerte y resurrección de Cristo.

 

La dramaturgia grecolatina, rica en géneros, historias, etc., es sustituida, como decimos, por un teatro predominantemente evangelizador. Aparecen dramas litúrgicos asociados a la Navidad, a la Pasión, etc. Ejemplos de ello son el Ordo Prophetarum o el Ubi est Christus? (vídeo visionado en el salón, con los cantos gregorianos como acompañamiento musical). 

Otros géneros, derivados a su vez de los dramas litúrgicos fueron las Moralidades, textos de contenido ejemplarizante y moral, aunque no estrictamente religiosos. 

Cuando estas representaciones se fueron complicando y alejándose del texto bíblico, los propios obispos y autoridades religiosas decidieron sacar los espectáculos escénicos al pórtico de las iglesias y catedrales. 

En paralelo, en la Edad Media se fue desarrollando un teatro profano y callejero, no ligado a la religión aunque siempre bajo la atenta mirada de las autoridades políticas y religiosas. Empiezan a surgir así manifestaciones teatrales y actorales como el teatro rodante -compañías de actores que iban de pueblo en pueblo representando pequeñas piezas de carácter profano-, los juglares y los trovadores, y la figura del bufón, antepasado del clown actual y de la Commedia Dell'Arte renacentista. 

El teatro medieval popular halló su espacio en las fiestas de carnavales, los mercados o cualquier ambiente transitado
cotidianamente, primero en latín como el teatro religioso, pero pronto cambió a ser representado en lenguas vulgares o romances (no latín).

Tanto en el formato sacro/religioso, como en el formato profano, el teatro medieval no contó con grandes dramaturgos ni autores teatrales. Eso significa que apenas hay registros escritos de obras de ese periodo histórico y cultural: la Biblia era el libreto del teatro religioso, y en el teatro profano la improvisación y la oralidad eran la norma. 

Uno de los pocos casos de excepción lo representa la canonesa -especie de monja- Roswitha de Gandersheim. Su figura es la de una pionera en la escritura teatral en la época -más que dramas escribió textos dialogados-. Roswitha se inspiró en las comedias latinas de Terencio, y adaptó sus obras al canon religioso de la época, despojando al autor romano de todo atisbo de inmoralidad. 

Teatro medieval

Teatro medieval

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