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Teatro en el S. XIX

Superado el Renacimiento (S. XV-XVI), el Barroco (S. XVII) y la Ilustración (S. XVIII), épocas que, con la excepción del Renacimiento italiano y sus derivados europeos (Teatro Isabelino inglés, Siglo de Oro español), no trajeron grandes avances ni novedades al mundo del Teatro, el siglo XIX supone una centuria de grandes cambios culturales, gracias entre otros motivos al surgimiento de dos movimientos revolucionarios en las Artes: el Romanticismo y el Realismo/Naturalismo. 

El Humanismo del Renacimiento y el Positivismo de la Ilustración habían regido durante casi cuatro siglos la cultura y el pensamiento europeo y Occidental. Sin embargo, a pesar de los avances que estas dos corrientes trajeron consigo, la sociedad decimonónica, cansada del predominio de la razón sobre el sentimiento, prefirió dar un giro en sus intereses y orientar su mirada hacia la emoción, y no la razón.

 

Así, a finales del siglo XVIII y principios del XIX surge en Alemania el Romanticismo, como oposición a la Ilustración. Previamente, en el país germano se había desarrollado el movimiento "Sturm und Drag", precursor del Romanticismo con figuras como la de Wolfang Goethe y su obra "Fausto". 

El teatro romántico se caracteriza por: 

- La eliminación de las tres unidades clásicas: tiempo, espacio, acción

- El empleo del verso o la mezcla de verso y prosa

- La mezcla de lo trágico y lo cómico, lo popular y lo aristocrático...

- La introducción de grandes efectos escénicos

- La preferencia por temas históricos, especialmente de la Edad Media

- El planteamiento de los temas propios del Romanticismo: exaltación del Yo/Individualismo, patriotismo, melancolía y amor, rebeldía y libertad, etc. 

En el ámbito hispanoamericano destacan las figuras de José Zorrilla y el Duque de Rivas, ambos autores teatrales del Romanticismo español, autores de obras como "Don Juan Tenorio" (Zorrilla) o "Don Alvaro o la fuerza del sino" (Duque de Rivas)

Es en esta época, además, cuando nace el edificio teatral tal y como lo conocemos hoy en día. Es el llamado "teatro a la italiana". Este tipo de teatro inaugura la llamada "cuarta pared": pared imaginaria que existe entre el actor y el espectador. Es una idea que tiene su origen en el teatro. Para ello nos tenemos que imaginar las tres paredes en el escenario, y la cuarta, invisible, que separa éste del público y deja ver al espectador un trocito de vida del personaje.

 

Algunas de las partes del teatro a la italiana son: 

- Proscenio: zona del escenario más cercana al público

- Peine: Estructura de acceso en lo alto de la caja escénica a poleas y tiros

Bambalinas:"patas" (telas negras verticales a los lados del escenario para ocultar a los actores u otros elementos de utilería) - - Telón de foro: telón que está cubriendo la pared del fondo del escenario

Teatro realista.

 

El realismo en teatro presenta un lenguaje cotidiano y familiar y sus personajes no sólo hablan en forma natural, sino que poseen una psicología de seres comunes; sus acciones se asemejan todo cuanto se pueda a las acciones de la gente real. Representadas sobre el escenario tienen que convencer al público de que la acción que desarrollan podría darse en la vida.

Teatralmente, estas obras tienen dos importantes retos; una es alcanzar la elevación de espíritu y expresión, y otra conseguir el efecto dramático sin perder la sensación de naturalidad. Los vestuarios y escenografías, rigurosos y fieles a la realidad, y el escenario de “medio cajón” tenderían precisamente a proporcionar esta sensación ilusoria de estar contemplando algo que sucede realmente.

En Noruega, nace uno de los más grandes dramaturgos de esta segunda mitad del siglo XIXHenrik Ibsen, al que se considera el gran innovador y el creador del teatro realista moderno. La obra de Ibsen se ajusta el concepto de la “obra bien hecha”, aquella en la que la estructura interna y externa encajan perfectamente, con una gradación ascendente de la tensión dramática y una distribución siempre equilibrada de fuerzas psicológicas.

La obra maestra de Ibsen es "Casa de muñecas, que es un alegato a favor de la liberación de la mujer, lo que creó un gran escándalo y revuelo social. Sin la obra dramática de Ibsen sería inconcebible el desarrollo posterior del teatro en el siglo XX.

En Rusia, el Realismo se convirtió en teatro psicológico con la obra de Antón Chejov, cuyo éxito es inseparable de la fundación del Teatro del Arte de Moscú por Stanislavski y Dachenko. Otros realistas cuya obra también está ligada a este teatro son Tolstoi y Máximo Gorki.

La importancia de Stanislavski va más allá de su faceta como director teatral. Konstantín Stanislavski fue actor, director escénico. Fue el creador del método interpretativo Stanislavski. Tras participar en varios movimientos de vanguardia, en 1898, con Nemirovich-Danchenko, fundó el Teatro de Arte de Moscú, que puso en escena las grandes obras de Chéjov.

 

Pronto empezó a desarrollar su sistema de interpretación, que pretendía que el mundo emotivo de los personajes fuera proyectado al espectador de forma verídica y alejado de toda artificialidad, en un efecto de «realismo psicológico».

Después de la revolución rusa se dedicó exclusivamente a su trabajo de investigación, expuesto en sus libros Un actor se prepara y La construcción del personaje, ambos de influencia determinante en el teatro europeo y estadounidense, y en los que desarrolla su teoría de la actuación como «suma dramática» entre técnica interior y exterior.

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